En Yecla siempre se ha hablado de la relación del viento y
los suicidios. Cuando corre el viento con fuerza, los viejos murmuran por las
calles que “ya se ha colgao otro”. No suelen equivocarse. Si hacemos caso a la
sabiduría popular, tenemos una de las tasas de suicidad más alta de la
península. Se habla de los “desesperados” de Yecla, y es raro el año que no se
suicidan cinco o seis. Para una población que no alcanza los 40.000 habitantes,
es todo un record.
La visión antropológica del suceso nos la dan los llamados
“vientos de brujas”. Al parecer, cuando sopla un aire seco y caliente, la gente
tiene dolores de cabeza, se deprime con facilidad y se muestra más violenta. En
otras palabras, lo normal es que el viento lleve vapor de agua. Sin embargo, en
zonas montañosas, según se topan las rachas de aire con los montes, deben
“saltarlos”. Al ascender, el viento pierde vapor, pero al descender gana en
temperatura. Por ello, se transforma en un aire seco y caliente, en lugar del
fresco y húmedo que debería de ser.
En cualquier caso, el efecto del viento en el ánimo de las
personas no está totalmente estudiado. Tal vez salgan trabajos de investigación
acerca de este tema en un futuro. Mientras tanto, seguiremos con la duda.
Fuentes: Libro Misterios de Yecla de Claudio Cerdán y periódico ABC de Sevilla del 17/03/1961
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